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LUNAR DE LA MEJILLA WORLD

21 juillet 2008

"Te voy a hacer una oferta que no vas a poder rechazar..." Giuseppe Vergalone.

el_padrino

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7 juin 2008

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...

guerras_de_las_galaxias

Con:

Yves Skywalker

La princesa Leihartz

Stevewan Kenobi

Hans nachus

Chubiartur

C3-P-Jose

R2-D-Guille

El maestro Ybarra pineda de las infantas

Y...Darth Berni.

6 juin 2008

American Beauty, bonita película.

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21 mai 2008

Caperucito José y Lobo Federico Hartz.

cj

Personajes (y actores que los encarnan):

-Caperucito José > Jose Luís Vergara Rodríguez.

-Lobo Federico Hartz > Federico Hartz Marcos.

Escena Primera.

  Lobo (a Caperucito que se aproxima) > Viajero que viajas por los bosques en busca de una flor u otra mariconada, te obligo que del canasto que llevas saques unos espetos y una mariscada. ¡Ojo, no olvides el limón! Que si no, cuando vuelvo a casa y mi señora huele el aroma de las sardinas, me da un sopetón creyendo que vuelvo de acostarme con una de sus amigas.

  Caperucito (después de golpear un testículo del animal) > Si a tus amenazas he de responder ¡Y una mieeerda! Os diré. No traigo carnes ni mantecados conmigo para alimentar a un lobo medio castrado, solamente traigo material de dentista para llevar a mi abuela. A la pobre la he de ayudar porque le faltan dos colmillos y una muela.

  Lobo > Claro, antes de tus palabras creer, te aseguro que todos los pelos de las cejas me arrancaré. Escucha con atención, niñita, las palabras que vienen a continuación…

  Caperucito > ¿¡Niñita, eso decís vos!? Medio invidente usted a de ser para no observar  la barba que mi cara intenta decorar. Pelillos negros y castaños se extienden por mi rostro sin propagarse demasiado ¡Si no, parecería un monstruo!

  Lobo > Escucha, vuelvo a repetir. El que te burles de mí, apenas me hace reír. Sé que dentro de ese canasto que luces, escondes comida como para alimentar a un rebaño de avestruces. El canasto no es precisamente Chanel, no lo luzcas de esa manera que tienes toda la pinta de Caperucito hortera.

  Caperucito > Además de carecer de huevo, veo que careces de estilo. Te dejo en este claro del bosque, Lobo, hambriento y escuchimizado. Mi tarea que es llegar a casa de la vieja no ha acabado. ¡Qué más digo, ha iniciado!

  Lobo > Buena idea, vete ya de aquí que estoy arto de hablar como un imbecil.

Continuará… Si tengo ganas de escribir (posiblemente las tendré).     

20 mai 2008

No me gustaría bañarme con este tío.

kraken

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11 mai 2008

¡¡¡Regreeeeeeesa a miiiii!!!

Il_chivo

9 mai 2008

El postre y yo.

yo_y_sand_a

9 mai 2008

Las hermanas "Bolones".

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30 avril 2008

¡Indiana Hartz, no se la pierdan!

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-¡Heme aquí!

  Aquel grito resonó con fuerza entre los cuatro muros de la sala abovedada. El recién llegado movió los ojos hacia todas las direcciones para analizar con mucha atención, y sobre todo con detenimiento, el lugar en el que se encontraba.

  Paredes agrietadas prisioneras por mantos de yedras cubiertas por una cantidad considerable de polvo del tiempo… Suelo compuesto por viejas losas que habían sido pisadas ya muchas veces a lo largo de los siglos... Aquella cámara llenaba el cerebro del famoso explorador, Indiana Hartz, de sospechas y pensamientos.

  Estaba claro que algo iba a suceder de un momento a otro, lo que no sabía el valiente, era si aquella vez, lograría escapar con vida del peligro. Como había hecho ya en incontables ocasiones.

  Fue entonces cuando un rayo de luz, lo cegó unos momentos. Frente a él, a diez metros de distancia, acababa de aparecer un toten indígena de madera en el cual, caras de peligrosos depredadores hallaban se esculpidas.

  En la cumbre de aquel monumento, que había surgido de la nada, estaba el brillante objeto que había atraído la atención de Hartz de manera inesperada. Era una consola portátil dorada llena de piedras preciosas.

  Al explorador, se le iluminó el rostro y dos lágrimas le resbalaron por las mejillas. ¡Por fin había logrado llegar hasta el tesoro que llevaba toda la vida buscando!

  Indiana Hartz agarró con fuerza su látigo compañero, se ajustó lo mejor que pudo el sobrero sobre la cabeza, y bebió un trago de bebida isotónica que llevaba en la cantimplora. Tenía que estar bien preparado.

  Con precaución, levantó un pie del suelo. Estiró la pierna muy despacio y enseguida pisó fuerte. Había conseguido dar una primera zancada hacia el toten. Repitió el mismo movimiento, pero esta vez con el pie izquierdo. Cada vez estaba más cerca.

  Un crujido se oyó entonces. Hartz movió la cabeza de un lado a otro pero no vio de donde provenía. Cuando alzó la vista, encontró una roca que caía desde arriba con el único objetivo de aplastarlo como a una tortita. Raudo como un rayo, el explorador se echó a un lado dando un salto suicida que hizo que se destrozase el costado, pero por lo menos se había salvado de una muerte segura. La roca colisionó contra el suelo, convirtiéndose en mil fragmentos de piedra.

  Un grito de triunfo escapó de los labios del joven aventurero que se puso en pie de un brinco y corrió hacia la consola de oro que esperaba a que alguien la cogiese. Un obstáculo se puso por medio. Era un afilado pincho de hierro que había brotado del suelo y que le rozaba la entrepierna. Cuando Hartz se percató de que podría haber pedido su parte preferida del cuerpo, estuvo a punto de desmayarse, pero en lugar de esto, sacudió la cabeza y saltó por encima del pincho.

  Siguió corriendo, manteniendo un ritmo acelerado pero sin perder la guardia. Cuando estuvo justamente al lado de la gran escultura volvió a oír un crujido. De nuevo parecía que un mecanismo acababa de ponerse en marcha. En efecto, eso era lo que ocurría. Cuando el joven se dio la vuelta, vio como la compuerta por la que había entrado se cerraba de tal manera que parecía como si dos filas de dientes fueran a chocar.

  Con su látigo, Hartz golpeó la consola que cayó de arriba a sus manos. La agarró con fuerza, la acercó a su rostro y dio un beso a la pantalla. Después, la guardó en la mochila que tenía en la espalda, y fue fugazmente hacia la única salida que tenía.

  Llegaría tarde, aquello era seguro. La compuerta estaba prácticamente cerrada. Aunque si pegase un salto desde allí llegaría con suerte a colarse por la rendija que quedaba.

  Indiana apretó los puños, cerró los ojos con fuerza y pegó un grito al mismo tiempo que se encogía para coger impulso y a continuación lanzarse hacia la libertad. El mismo movimiento que puede llegar a hacer un muelle.

  Milagrosamente, Hartz consiguió pasar al otro lado justo antes de que la compuerta se cerrase. Rodó por el suelo dando volteretas y se puso en pie. Respiró hondo, aliviado. Ya solo tenía que escapar de aquel condenado templo lleno de sorpresas y peligros.   CONTINUARÁ…

28 avril 2008

El profesor de Artes Plásticas.

hayat

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